Antes no, porque leer sin comprender, no es leer… ¡Sin significado no hay lectura!
Leer es entender de manera amplia el sentido literal y figurado de aquello que se lee, el uso del lenguaje y demás sutilezas del texto.
En la actualidad, en el Perú hay un millón 300 personas analfabetas según las últimas cifras del INEI. Se considera a una persona como analfabeta cuando tiene 15 o más años de edad y no sabe leer ni escribir, pero en la práctica esto representa únicamente a alguien que no sabe decodificar. Lamentablemente, son muchas las personas que aunque sepan decodificar (por lo que no se les considera analfabetas) no comprenden lo que leen y ese es un problema igualmente grave. Es una nueva generación de personas analfabetas, porque aparentemente saben leer, pero en verdad no entienden lo que leen.
Alguien que solo decodifica no sabrá resolver tareas diarias como rellenar una solicitud, entender un contrato, seguir instrucciones escritas, leer el periódico, etcétera.
Cuando solo se decodifica no se retienen las ideas.
La decodificación comienza con la capacidad de relacionar cada letra con el sonido que produce. Pero también requiere poder separar los sonidos que forman las palabras (segmentación) y mezclar los sonidos. Cuando los niños pueden hacer todas esas cosas, son capaces de pronunciar las palabras. Los lectores principiantes empiezan decodificando palabras de una sílaba y luego trabajan con palabras más largas. Decodificación no es lectura, pero la lectura implica decodificación. Leer significa percibir, comprender e interpretar lo escrito, darle un sentido.
¿Cómo logramos que nuestros hijos pasen de decodificar a comprender? ¡Leyendo, pues es sobre todo un tema de práctica!
Si la decodificación no se produce rápidamente, el material decodificado se olvidará antes de ser comprendido, por lo que para comprender se requiere de fluidez en la lectura. En la fluidez, confluyen las habilidades de los dos subprocesos de la lectura: reconocimiento de palabras y comprensión. A medida que el niño reconoce más rápidamente las palabras, puede dedicar más atención a los procesos de comprensión.
Esta fluidez irá en aumento con el entendimiento del tema y con sus saberes previos, permitiendo que el lector haga conexiones cada vez más rápidas.
Mientras más se lee, mientras más se practica, el reconocimiento de los códigos se vuelve más sencillo y ya no se tarda tanto tiempo en decodificar, sino que pasa a comprender la lectura.
Leer en voz alta es, entonces, lo que más sirve para ejercitar una lectura rápida que luego se convertirá en una lectura más comprensiva. Démonos el espacio y el tiempo de escuchar a nuestros hijos leyendo en voz alta, tengamos una lectura compartida en la que ellos también nos puedan escuchar a nosotros. Luego hagámosles preguntas al respecto para conocer su nivel de comprensión, pero que parezcan más una conversación que un examen, y dejémonos sorprender con todos los temas interesantes que pueden surgir de esto. Y este es el mejor pretexto para compartir un tiempo extra con nuestros hijos.
En el siguiente artículo seguiremos hablando sobre cómo ayudar a nuestros hijos a mejorar la comprensión lectora.