Luego de vencer la enfermedad, el emprendedor de 64 años trabaja junto con su hijo en Castelony, un negocio de pastas artesanales con recetas propias.
Tras estar 45 días postrado en la cama debido al covid-19, y gracias a los cuidados de su familia y sus ganas de vivir, don Isidro Ayala venció a esta enfermedad y consiguió volver trabajar, ahora al lado de su hijo, en lo que más le apasiona: la elaboración de pastas artesanales con recetas propias.
Antes de la pandemia, el emprendedor de 64 años ya había adquirido maquinarias industriales para mejorar su producción, pero todo se paralizó debido a la cuarentena dispuesta por el Gobierno.
“Tenía varios sacos de harina y demás insumos que tuvimos que utilizarlos en nuestro propio consumo antes de que se malograsen. Fueron meses muy duros donde solo había gastos y pérdidas”, dijo Ayala para Andina.
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Dificultades
Luego de sobrevivir al covid-19, la familia del emprendedor tuvo que asumir una larga lista de deudas por los gastos médicos realizados. En este panorama es que uno de sus hijos, Giancarlo, decidió reflotar prácticamente solo el negocio de su padre Castelony pastas artesanales.
Él se encargaba de preparar y repartir desde muy temprano los pedidos de fetuccini, ravioles u otros productos que le solicitaban. Giancarlo recuerda que fueron meses de trabajo agotadores pero siempre contó con la motivación de su padre.
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Don Isidro dijo que el apoyo de su hijo Giancarlo ha sido fundamental para reactivar el negocio porque, gracias a sus estudios de gastronomía, se ha podido inyectar nuevos enfoques al emprendimiento.
Ahora, padre e hijo trabajan juntos. El primero brinda la experiencia de vida y el segundo, la modernidad de ventas online.
De acuerdo con Don Isidro, para ser un emprendedor hay que trazarse un camino y ser perseverante. Por su parte, Giancarlo considera que el emprendedor debe tener fe y no rendirse nunca y “si las cosas no van del todo bien, hay que voltear la moneda y ver siempre lo positivo”.
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