En el 2017, tres emprendedores peruanos decidieron iniciar Igua, una empresa social que brinda acceso a agua pura mediante fuentes de purificación inteligentes. Ahora cuentan con 24 fuentes y quieren multiplicar este número en los próximos años.
Igua es una empresa social que brinda acceso a agua pura mediante fuentes de purificación inteligentes. Utiliza filtros que se conectan a cualquier caño de la estructura de agua pública, tras la conexión, el líquido vital pasa por un proceso de limpieza hasta quedar listo para el consumo.
Stefanie Delgado, José Corso y Kiko Mayorga empezaron este emprendimiento en el 2017 y actualmente ya tienen 24 fuentes en diferentes partes de Lima como la Bodega Dani, en Barranco; el Jockey Plaza, en Santiago de Surco y el Hospital María Auxiliadora, en San Juan de Miraflores.
En comparación con el proceso de purificación del agua embotellada, Igua cuenta con un desarrollo mucho más ecológico y accesible, pues al no contar con una fase de embotellamiento, almacenamiento y distribución, pueden ofrecer un litro de agua pura a 50 céntimos.
El siguiente paso para el emprendimiento es levantar fondos para ampliar su red a 700 unidades. Además, esperan operar en dos ciudades adicionales a Lima en los siguientes dos o tres años.
Para el especial “Emprendedores transformando el Perú”, PQS conversó con Stefanie Delgado, CEO de Igua, para conocer su experiencia a la cabeza de un negocio con una gran propósito social.

¿Por qué decidiste apostar por un emprendimiento social?
Desde pequeña he sentido mucho interés por participar en proyectos que puedan tener un impacto beneficioso en la sociedad.
Recuerdo que cuando estaba en el colegio hubo una exposición itinerante sobre Ana Frank, buscaban guías para la exposición y yo estaba apuntada como voluntaria. Luego había un emprendimiento que rescataba animales silvestres y yo colaboraba cuidando gratis a los animales, limpiando las jaulas, haciendo todo lo que se podía hacer.
Después estudié Economía. Trabajé como consultora de empresas, tienes la oportunidad de aprender muchísimas cosas diferentes, es un trabajo muy analítico y muy estratégico y lo vi también como una oportunidad de aprender. Luego dije “ahora sí me quiero dedicar realmente a lo que me apasiona” y fue ahí cuando conocí a los emprendimientos sociales, me parece que juntan lo mejor de los dos mundos: esta visión de conseguir una meta con impacto social pero con una metodología de mercado.
Desde el 2014 he intentado desarrollar este tipo de emprendimientos.
Stefanie, ¿qué tratan de impulsar o fomentar con Igua?
En Latinoamérica, por ejemplo, solo en Chile y en Costa Rica puedes beber el agua directamente a la red. En el resto de países no. Nacimos con la misión de crear acceso a agua pura para todos a un precio muy sostenible y, por otro lado, cuidando el medio ambiente porque hoy en día cada minuto se venden un millón de botellas de plástico a nivel mundial, y a cada una de ellas les va a tomar más de 450 años degradarse.
Tratamos de incentivar el reciclaje del plástico, pero a pesar de todos estos esfuerzos, en promedio el 91% del plástico que se desecha no es reciclado. Por eso nuestra filosofía es que antes de pensar en reciclar, tratemos de reducir el uso de este.
¿Cómo desarrollaron el valor diferencial de Igua?
Lo que hace a Igua diferente a las otras fuentes de purificación que hay en los hospitales y universidades es que nosotros hemos diseñado una tecnología para poder monitorear el estado del filtro.
Cuando nosotros empezamos en esta actividad hicimos encuestas para entender si las personas tomarían agua de un filtro y descubrimos que había mucha desconfianza porque hacían preguntas como: ¿Quién le cambiara el filtro a la fuente? ¿Quién está monitoreando la calidad? Es un tema complejo y una persona normal no es experta en tecnología de purificación, así es que tuvimos que generar transparencia para garantizar en verdad que el filtro está funcionando bien. Nuestro aliado natural es la tecnología.
En los últimos años ha habido toda una tendencia en el desarrollo de sensores que se llama Internet de las cosas, básicamente permite tener data de cosas que antes no se tenía cifras. Esta misma tecnología la aplicamos al filtro, así podemos saber cuál es su estado para identificar si el agua que servimos cumple con los requerimientos de salubridad.
Adicionalmente, sabemos si la fuente está operativa, cuántos litros se sirven al día, cuántos ingresos registra la fuente, qué medios de pagos se utilizan y otras informaciones que nos permiten monitorear nuestra red de manera remota.

¿Cuáles son los principales obstáculos a los que te has enfrentado con Igua?
El primero, obviamente, es poder desarrollar tecnología desde el hardware, la plataforma online, las aplicaciones de los sensores. No hay una industria en el Perú que desarrolle tecnología, entonces necesitas personal súper calificado y eso es un reto. Nosotros contamos con dos personas que lideran la parte tecnológica y tienen la capacidad de generar soluciones muy complejas de una manera muy sencilla, y es que en el Perú el problema parte de que a veces no existen siquiera las piezas que necesitas, las tienes que estar importando desde China.
Por otro lado, el segundo reto es cambiar el hábito de las personas y modificarlo relacionado a la gestión de una máquina. Tú sabes que a los peruanos nos encanta nuestra caserita, tener una relación personal y preferimos eso mil veces a usar una máquina, en este sentido nuestro trabajo es dejar clara la propuesta de valor de Igua para que el cliente nos prefiera.
El tercer reto es el financiamiento de nuestro proyecto. Hardware is hard (hardware es difícil), o sea, hacer este tipo de desarrollo es complicado y requiere de capital porque tú haces una versión, luego la mejoras y tienes que mandar a hacer otra versión, este trabajo reiterativo necesita plata. Cuando tú eres la persona que está iniciando el proyecto no te importa trabajar gratis, pero cuando tienes que invertir en piezas, el financiamiento es fundamental.
¿Han alcanzado la sostenibilidad?
Todavía no la alcanzamos, justo es el reto que queremos cerrar este año. En el 2021 hemos dado un gran salto hacia ese proceso, ya estamos cubriendo todos los gastos en nuestra operación, en ese sentido somos sostenibles, pero no podemos bajar gratis toda la vida.
Ahora tenemos 24 fuentes instaladas y debemos terminar la instalación de otras para contar en total con 35. El siguiente paso es que todas tengan el nivel de ventas que nosotros necesitamos, hay algunas que venden muy bien, pero en otras no se está alcanzando el nivel deseado.
Por el lado del Estado y la empresa privada, ¿qué crees que hace falta para impulsar a los emprendimientos sociales?
Por el lado del Gobierno, hay que decir que el Ministerio de la Producción ha hecho y está haciendo un excelente trabajo con el programa Startup Perú. Ellos fueron los primeros que nos brindaron un financiamiento y me parece que esta iniciativa está muy bien, y se debería reforzar sobre todo para las regiones porque yo estoy segura de que el talento no solo está en Lima.
Creo que lo que falta es un apoyo comercial. Los emprendimientos sociales ofrecen muchos servicios que le podrían agregar mucho valor a las operaciones que tiene el Estado, así que sería bueno que el enfoque sea incluir a este tipo de empresas como proveedores.
En nuestro caso, por ejemplo, a nosotros nos encantaría tener una alianza con la Municipalidad de Lima y poder ofrecer este servicio en los mercados gestionados por ella, pero es muy difícil hacer tratos comerciales por toda la burocracia interna que hay.
Por la parte de la empresa privada es similar. Aquí ya hay iniciativas que han permitido que reconozcan que nosotros podemos beneficiarnos de colaborar con ellos y ellos también pueden beneficiarse del emprendedor, entonces incentivar una colaboración entre ambos sectores sería lo ideal. Esto a veces se denomina Open Innovation.
¿Qué habilidades o valores debería tener una persona que intenta crear un emprendimiento social?
Muchísima resiliencia porque te vas a equivocar varias veces, te vas a chocar con las puertas cerradas y realmente tienes que ser resiliente a estas experiencias de “fracaso”.
Yo creo que cada vez que te equivocas hay una gama de acciones que puedes tomar. Si ejecutas una y te das cuenta que no está siendo exitosa, es una manera de descartar y saber que por ahí no va la cosa, pero para tener esa mentalidad tienes que ser optimista porque a veces es difícil procesarlo.
Por otro lado, es importante ser muy determinado en lo que quieres lograr o creer que lo que estás haciendo genera valor, pero también tener la flexibilidad de poder cuestionarte. En nuestro caso, por ejemplo, estamos convencidos de que generar acceso a agua pura a un precio muy accesible de una forma sostenible genera valor en la sociedad, pero se puede cuestionar la mejor forma de hacerlo.

Si pudieras conversar con alguien que intenta empezar un emprendimiento social, ¿qué consejos les darías?
Que conversen con muchos emprendedores. Por ejemplo, si quiere hacer un emprendimiento de cuidado del mar o de gestión de la pesca, hay que hablar con actores que ya están trabajando en el rubro porque puedes aprender muchísimo de la experiencia de las personas.
Además, recomendarles a las personas que quieran emprender que lo hagan, que es un proceso difícil, pero es un desarrollo profesional increíble. Si eres una persona que te gusta aprender, hacer muchísimas cosas y trabajar por tu sueño, creo que es una buena oportunidad.
Por más que tu emprendimiento no sea exitoso, siempre ganas más de lo que pierdes. La experiencia profesional es increíble, las personas que vas a conocer son increíbles y tratar de hacer y desarrollar un emprendimiento con impacto social o ambiental, qué cosa más increíble que trabajar por el bien de las personas en el Perú.