En el 2015, un grupo de chicos sensibilizados con la problemática de la adopción de animalitos decidió iniciar Matchota. Seis años después la plataforma ha logrado concretar 456 procesos exitosos de adopción.
Un grupo de chicos sensibilizados con la problemática del abandono de mascotas identificó que, aunque rescataban perritos, los curaban y cuidaban, el cuello de botella se originaba en la colocación de los animalitos en una nueva familia pues las personas no adoptaban, sino que preferían comprar. Es así que en el 2015 decidieron iniciar Matchcota, una organización sin fines de lucro que busca incrementar el número de adopciones de mascotas en Lima.
A diferencia de otros procesos de adopción, el emprendimiento social cuenta con un trámite ágil, transparente y claro a través del cual las personas pueden sentirse cómodas y tener una buena experiencia.
Aunque todavía hay mucho espacio que quitarle a la compra de mascotas, la adopción ya se ha colocado en la mente de los peruanos y Matchcota ha puesto su granito de arena, ya que en estos años ha podido concretar 456 procesos exitosos de adopción.
Por el especial “Emprendedores transformando el Perú”, nos contactamos con Pamela Navarrete, CEO y cofundadora de Matchota, para conocer un poco más sobre el emprendimiento social.

¿Matchota inició por tu amor por los animales o por tu deseo de empezar un negocio propio?
De hecho se dio la oportunidad. Me junté con un grupo de chicos que tenían el mismo objetivo y creamos un grupo de Facebook para ayudar a albergues y aumentar el impacto en los perritos sin hogar. Con ellos fue con quienes se fue conversando y nació la idea de hacer algo más y crear una plataforma de adopción.
Queríamos comenzar por allí, alejarnos un poco de los albergues y centrarnos en las adopciones. A nosotros nos hubiera encantado tener un albergue con un montón de perros, y rescatar y ayudar, pero nos dimos cuenta que en verdad íbamos a ser uno más del montón que ya existen.
¿Cuáles son los principales obstáculos a los que te has enfrentado con este emprendimiento?
Creo que el principal obstáculo, como para cualquier emprendimiento social, ha sido el dinero, el financiamiento, el ser sostenibles.
Fue bastante duro porque comenzamos siendo una organización low cost, no teníamos personas contratadas, todo lo hacíamos de manera voluntaria, entonces eso nos permitió ser por un buen tiempo una empresa con bajos costos, pero nos dimos cuenta que no se podía crecer solo de voluntarios, necesitábamos más estructura, soporte, más gente que trabajara porque las solicitudes de adopciones iban aumentando. Nuestro principal problema fue la sostenibilidad, encontrar un producto mínimo viable para seguir cubriendo nuestros gastos.
Muchas organizaciones sociales piensan que las donaciones les van a permitir seguir adelante, pero nos dimos cuenta que de las donaciones no se podía vivir, entonces encontrar ese producto que nos permitiera generar ingresos creo que fue la parte más difícil para nosotros y hasta ahorita seguimos batallando con eso.
¿Con qué productos cuenta actualmente Matchcota?
En la plataforma web comienzan las adopciones, pero nosotros no le cobramos ni a la familia ni al albergue. Entonces, de esa operación no se genera ningún tipo de ingreso, al contrario, nos genera gastos porque hay que bajar al perro al albergue, llevarlo a la veterinaria, bañarlo y trasladarlo a su nueva casa, lo entregamos con todo un kit de adopción.
Tuvimos que encontrar otras formas de generar ingresos, así es que tenemos el programa de padrinos, la venta de calendarios y la tienda virtual que ya se está nutriendo con más artículos. También tenemos el trabajo con empresas, ahorita Plaza Vea es el sponsor oficial de Matchcota.

Justo sobre este tema iba a preguntarte ahora, ¿qué medidas crees que debería adoptar el Estado y la empresa privada para apoyar a los emprendimientos sociales?
La verdad es que hay mucho por hacer porque ahorita el apoyo a emprendiendo sociales es mínimo.
Un emprendimiento social no genera la rentabilidad que genera un emprendimiento privado. Ellos pueden acceder a fondos y financiamiento, inversionistas, pero las ONG tienen un funcionamiento totalmente distinto y no hemos encontrado, de parte del Estado y quizás un poquito más de la empresa privada, la oportunidad de poder contar con fondos no reembolsables que nos permitan tener la inyección de dinero que necesitamos.
Los emprendimientos sociales cubrimos espacios que el Estado no atiende. Por ejemplo, nosotros como Matchcota cubrimos el problema de los perros y gatos y es claro que el Estado no está haciendo nada por ellos, solo la ley que sacaron a principios de año, pero todavía no se tiene claro cómo se va aterrizar.
Nosotros encontramos apoyo en Protagonistas del Cambios de la UPC, pero siento que hay mucho más que el sector privado podría hacer para empujar a los emprendimientos sociales. Hemos tenido la suerte de encontrar una empresa privada que ha apostado por nosotros desde el inicio, pero no ha sido sencillo, no es suficiente y creo que existe un amplio margen para que más empresas se sumen también.

¿Qué valores consideras que todo emprendedor social debería tener?
En cuanto a valores, deberían tener responsabilidad, honestidad, empuje y templanza porque no es fácil llevar adelante un emprendimiento social, se requiere bastante trabajo y compromiso para superar las adversidades y seguir adelante a pesar de estar solo con tu equipo y tener un montón de trabajo.
Una característica que compartimos los emprendedores sociales es que no estamos cómodos con lo que vemos, nos indignamos y pasamos a la acción.
Ya para finalizar, Pamela, ¿qué consejo le darías a alguien que se quiere iniciar un emprendimiento social?
Yo le diría “hazlo”, que nadie te diga que no puedes hacerlo. Si hay algo que sientes que quieres cambiar, tu país lo necesita. Es muy gratificante poder ayudar de alguna manera, en nuestro caso, ayudamos a los perros, a los albergues y a las familias a ser más felices, y ponemos nuestro granito de arena desde lo que podemos hacerlo.
El camino probablemente no vaya a ser fácil, habrá varios problemas, varios tropiezos, varios errores, pero aprendes mucho y, a la larga, vale totalmente la pena.