Lissette Yllanes es una de las peruanas con mayores solicitudes de patentes ante el Indecopi en los últimos 28 años. Ha sido galardonada con la “Orden al Mérito de la Mujer 2019”, otorgada por el Estado peruano en reconocimiento a su actividad destacada en el desempeño profesional en el área de ciencia y tecnología.
El 8 de marzo de 1908 ocurrió un suceso que marcó la historia del trabajo en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, tras declararse en huelga. ¿El motivo? Buscaban la reducción de la jornada laboral a 10 horas y un salario igual al de los hombres que hacían las mismas actividades.
Con este antecedente, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
En la actualidad la fecha sirve para conmemorar la lucha por la erradicación de la violencia de género y lograr la igualdad entre mujeres y hombres, pues estas últimas continúan desarrollándose en ambientes sociales, económicos y políticos desfavorables.
En medio de esta fecha PQS ha decidido lanzar el especial “Mujeres de negocios”, en el que se conversa con ocho mujeres emprendedoras o investigadoras sobre sus experiencias.
Lissette Yllanes es una de las peruanas con mayores solicitudes de patentes ante el Indecopi en los últimos 28 años. Ha sido galardonada con la “Orden al Mérito de la Mujer 2019”, otorgada por el Estado peruano en reconocimiento a su actividad destacada en el desempeño profesional en el área de ciencia y tecnología.
Desde hace cinco años Lissette viene impulsando Cruz de mayo, una empresa dedicada a la venta de productos de salud, limpieza y agricultura ecoamigables.

Lissette, ¿cómo te describes?
Me defino como una mujer luchadora, trabajadora y emprendedora. Me apasiona la investigación, me apasiona la ciencia. Soy madre de familia, tengo 3 hijas y un esposo maravilloso que me motiva, cree en mí y hace que pueda alcanzar mis sueños y metas con su con su apoyo.
Soy químico farmacéutico de profesión, tengo maestrías en Salud Pública y Docencia Universitaria y ya estoy culminando mi doctorado en Ciencias de la Salud. Estoy trabajando en mi tesis de investigación sobre un chicle para bajar de peso, ya pronto van a saber más sobre eso.
¿Cómo es que empezaste a interesarte por la ciencia?
Yo de niña siempre soñaba con tener poderes mágicos y solucionar problemas. Me gustaban las mariposas, me gustaba mezclar una cosa con otra, moler las flores y extraer ese aroma que me encantaba. Con mi hermana gemela jugábamos a ser astronautas, a salvar el mundo.
Mi mamá es médico pediatra y cuando era niña ella estaba en la universidad, entonces yo veía los libros que leía y quería ser como ella.
¿Entonces tu mamá fue tu referente en la ciencia?
Sí, ella fue mi modelo a seguir. Yo fui madre soltera a los 18 años, fue una etapa muy complicada de mi vida porque en ese momento yo estaba estudiando Derecho y Ciencias Políticas en Arequipa. Por cosas del destino me fui a estudiar a Cajamarca porque mi mamá estaba trabajando allá.
Yo llegué a Cajamarca e intenté seguir estudiando Derecho, pero como mi mamá hizo todos los trámites de inscripción, me puso en Farmacia y Bioquímica y yo ni sabía que existía esa carrera.
Cuando empecé a estudiar Bioquímica había cosas que no me gustaban, pero poco a poco empezó a gustarme. El primer curso de química orgánica lo jale, pero eso fue lo que me motivó para que me diera cuenta de mis capacidades. Después me volví trome en este curso, tanto así que mis compañeros me pagaban para que les diera clases.
Después de estudiar fui a Huánuco porque mi hermana gemela estaba trabajando allá. Me presenté a una farmacéutica y me dieron la plaza.
Lissette, ¿cómo empezaste a desarrollar inventos?
Yo he realizado bastantes investigaciones, la primera de ellas fue la de un botiquín para mantener el medicamento a la temperatura correcta. Lo creé porque hay medicina que necesita conservarse a una temperatura adecuada porque el etiquetado te dice conservar a no menos de 25°C, pero en Huánuco a veces la temperatura llega a 27°C y 28°C y esta variación afecta la efectividad del medicamento, ahí nace la necesidad de un botiquín adaptable. Este es para las boticas pequeñas porque las grandes cuentan ya con una logística implementada.
El otro invento nació a raíz de una experiencia que tuve como mamá. Mi pequeña se enfermó de infección urinaria y eso me hizo necesitar un pañal que permitiera que las heces no pasen hacia el otro lado porque la anatomía de las mujeres es diferente para los hombres, por eso somos más propensas a sufrir infecciones.
Busqué en internet y eso no existía, entonces lo hice. Primero lo hice para mi hija, pero después lo llevé a una investigación. Participamos en la feria de inversiones en el año 2017, con el botiquín y con el pañal con separador anatómico, luego me presenté ante Indecopi para patentarlo.
Sabía que este invento debía llegar a más, así que lo trabajé en mi tesis para la maestría. En la investigación, los niños que usaron mi pañal con separador anatómico no tuvieron infecciones en seis meses, igual que las personas de tercera edad. Los que usaron los pañales convencionales sí presentaron infecciones.
A raíz de eso vi otra problemática: la contaminación ambiental. Durante dos semanas en mi zona no pasó el camión basurero y yo tenía a mis hijas pequeñas y usaban pañales, había gente que botaba esto al río, pero yo no podía.
Comencé a buscar en internet y vi que en otros países utilizan el pañal desechable para hacer abono. Empecé a trabajar en una serie de investigaciones y le agregué la cáscara de plátano. Luego toqué las puertas de muchas entidades y nadie me hizo caso aunque era una solución para el problema de la basura de nuestra región. Mi familia me apoyó, así nos unimos, aportamos un soporte económico y empezamos el trabajo de investigación del pañal para el abono.
Experimentamos en tres hectáreas y, mientras lo desarrollábamos, descubrimos que el producto ayuda a conservar la tierra húmeda por más tiempo, lo que ayuda a los agricultores a ahorrar agua. Cuando mandamos a analizar el abono se evidenció que era un producto bueno, con alto grado de potasio, esto fue lo que benefició a las plantas, que crecieron más de lo normal.
Con este proyecto ganamos el premio Latinoamérica Verde en el 2018, fuimos a Ecuador a recibir el reconocimiento. Cuando regresé al Perú quise hacer convenios con el Ministerio del Ambiente y las municipalidades, pero todo quedó en palabras, con tal de figurar en la foto me dijeron varias cosas, pero en realidad no se hizo nada.

Después de esto la Universidad de Huánuco me convocó con Diana Palma Lozano para ser parte de un proyecto de investigación para combatir la anemia, así salieron las gomitas a base de sangrecita de cuy y aguaymanto.
También creé la pulsera de auxilio que se caracteriza porque no necesita conexión a internet, pensando en la falta de acceso a la red en zonas andinas. Este dispositivo ganó un premio de Indecopi en el 2019, ese mismo año también las gomitas ganaron como mejor invento académico en un concurso entre universidades.
Y así fue como te convertiste en una de las peruanas con mayores solicitudes de patentes ante el Indecopi en los últimos 28 años.
Exacto. Igual he tenido muchas dificultades. Yo tenía un colega que siempre me decía que estaba loca y que no iba a llegar lejos, pero ahora yo digo “mira hasta dónde ha llegado esta loca”. También hubo otros hombres que se burlaron de mí y que me dijeron que por ser mujer no iba a conseguir nada.
¿Recuerdas cuál ha sido la experiencia más impactante en la que has sido discriminada por tu género?
En realidad desde niña he crecido en un ambiente en el que menospreciaban a las mujeres, en el que solo creían que servíamos para comprarle los cigarros al hombre. Por eso también quería ser inventora, quería que dejaran de maltratarme y humillarme.
Cuando empecé a trabajar, un colega químico farmacéutico me dijo que era una inútil y que no sabía nada porque esas cosas no eran para mujeres, yo estaba embarazada y me puse a llorar. Cuando yo pedía ayuda para mis proyectos, no me la daban, me decían que lo que quería hacer no iba a servir para nada.
Todos estos insultos y humillaciones me hicieron fuerte y me hicieron demostrarme a mí misma mis capacidades. También pude superarlo porque me junté con gente buena que creyó en mí.
Hoy en día ya soy una mujer empoderada y no permito que nadie me humille, por eso siempre les digo a mis hijas que el mundo está lleno de problemas y ellas tienen que atreverse a buscar una solución.
Lissette, ¿cómo te animaste a emprender con Bricel?
Cruz de Mayo es mi empresa, la iniciamos hace cinco años y trabajamos con diferentes marcas, a mi esposo se le ocurrió agregar Bricel durante la pandemia, que resulta de la combinación de Briceño, su apellido, y Lissette.
Lanzamos esta marca ante la demanda de alcohol en gel, justo la lanzamos cuando la materia prima con la que se hacía este tipo de alcohol se había acabado, entonces yo creé mis fórmulas para tener una alternativa al carbopol. Yo venía trabajando en una investigación con aloe vera, así que le incluimos esta materia al alcohol para que no resecara las manos.
Luego de obtener nuestro registro sanitario pudimos ampliar nuestro mercado y venderle a las municipalidades y a otras instituciones del Estado. Primero sacamos el alcohol en gel y luego empezamos con los jabones y desinfectantes.
Me enfoqué en sacar adelante mi empresa y tuve que renunciar a las universidades donde yo trabajaba como especialista en propiedad intelectual.

¿A qué dificultades te has enfrentado en el mundo del emprendimiento?
La dificultad a la que nos hemos enfrentado es al menosprecio de una marca regional porque le dan prioridad a otros productos más conocidos, dejan a un lado lo local a pesar de que contamos con los mismos beneficios.
Ellos no se dan cuenta de que al comprar Bricel están apoyando el desarrollo de la economía regional, le están dando trabajo a un hermano huanuqueño porque nosotros adquirimos la materia prima para nuestros productos aquí mismo.
Tú también iniciaste una escuela de emprendedoras, ¿por qué quisiste empezar un programa así?
Esto fue antes de la pandemia. Cuando yo enseñaba en varios institutos me di cuenta que la mayoría de mis alumnos eran mujeres y cuando me tocaba hacer cursos de preparaciones farmacéuticas como pomadas, cremas y talcos, todo ellas hacían maravillas, de ahí nació la idea de crear la Escuela de Emprendedoras con el objetivo de que con estos productos pueden formar sus propias empresas.
Nosotras trabajábamos para que ellas también puedan vender sus plantas medicinales deshidratadas correctamente. Empecé a dar capacitaciones de cómo hacer jabón, perfumes, entre otras cosas, pero por la pandemia todo se detuvo.
Lissette, ¿qué le hace falta al Estado y a la empresa privada para impulsar a las mujeres emprendedoras?
Para empezar, nos hace falta tener autoridades mujeres que piensen como mujeres. Nos falta ver mujeres líderes, mujeres luchadoras con un pasado limpio. Estas mujeres líderes van a promover a otras iguales que ellas y así se conocerá a más emprendedoras.
Hay muchos emprendimientos de mujeres contra la anemia y otros problemas de alimentación que bien podrían entrar a Qali Warma, pero nadie las conoce.
Para terminar, ¿qué consejo le darías a una mujer peruana que quiere emprender?
Yo le diría que no se rindan. La vida es difícil y los obstáculos existen, pero está en cada una poder salir adelante, basta con tener las ganas para crear muchas soluciones.
Júntense con mujeres y personas buenas. Lean bastante para que se den cuenta que muchas mujeres han hecho grandes cosas y siguen en el anonimato.
Yo siempre digo que no estamos en competencia con los hombres, al contrario, buscamos igualdad para trabajar de la mano porque todos tenemos los mismos derechos ante los ojos de Dios y del hombre.