La historia muestra que mega eventos (hiperinflación, depresión económica, guerras) suelen moldear no solo años sino décadas venideras. El covid es un mega- choque que ha exacerbado las desigualdades sociales y ha puesto de manifiesto que el Estado peruano ha sido completamente incapaz de tener una respuesta sanitaria oportuna y apropiada.
En este contexto, es probable que la discusión electoral gire alrededor de salud pública, desigualdad y demanda por más Estado. Si la bola de nieve ya se echó a andar, lo mejor será contribuir a una discusión reflexiva y con cabeza fría. Hay al menos 5 grandes temas que pueden moldear, para bien o para mal, las políticas públicas de esta década o más:
1. Cambio de la Constitución y más Estado. Un Estado más eficaz y solidario en salud, educación, infraestructura, seguridad ciudadana y políticas proequidad no requiere de un nuevo capítulo económico de la Constitución. Dudo mucho que un próximo gobierno pueda encontrar un buen ministro(a) de Economía y Finanzas o presidente(a) del Banco Central que defienda una postura diferente. Pero sin duda se requieren cambios importantes en los capítulos acerca de la relación Ejecutivo-Congreso para definir unas reglas de juego claras, que aseguren una relación más estable y predecible. Asimismo, el país se beneficiaría enormemente de un departamento de análisis económico independiente, adscrito al Congreso, que evalúe el impacto de las normas propuestas.
2. Mejor sistema de salud. Sin duda el sector requerirá una inyección muy importante de recursos, ¿si vendemos la Refinería de Talara, en la cual se han gastado más de US$ 5 mil millones, y usamos los recursos obtenidos en más y mejor infraestructura hospitalaria empezando por Piura? Si bien se requieren más recursos, sería muy simplista y erróneo pensar que las incapacidades nacionales y regionales se superarán solo con más gasto corriente.
De la crisis debiéramos sacar lecciones importantes y evaluar si debemos transitar hacia un sistema integrado de salud pública (Minsa, SIS, EsSalud). La emergencia también demuestra la necesidad de complementar la red pública con la red privada de salud: el sector público puede costear una operación de apendicitis, cálculos, fractura, etc., y dicho costo sería reconocido al operador privado. Además de beneficiar al ciudadano de escasos recursos con una atención rápida, descongestionar las intervenciones de baja complejidad permitirá a la red de salud pública ser más eficaz en la atención de intervenciones de mayor complejidad médica.
3. Políticas para reducir la desigualdad. En los siguientes años, más allá de nuestras preferencias ideológicas, probablemente transitaremos hacia algún esquema de buffer social en las zonas urbanas más pobres y excluidas que complemente el Programa Juntos de transferencias condicionadas de alcance rural. Estas transferencias hechas de manera digital también pueden promover la inclusión financiera. El Banco Mundial ha documentado extensamente durante la última década que la inclusión financiera y las transacciones digitales son una poderosa herramienta para impulsar el desarrollo de los más pobres (ver “Digital Financial Transactions Matter for Development” en “Toward Successful Development Policies”, Banco Mundial, 2020).
4. Más impuestos. Al igual que en Chile y Colombia, es muy difícil que el próximo gobierno escape de la discusión de una reforma tributaria. Es probable que se plantee homologar tasas impositivas con los países vecinos (nuestra tasa de IGV en 18% está por debajo de la tasa en Colombia y Chile en 19%). Pero no debemos subir impuestos en un contexto macroeconómico de brecha de producto negativa y menos aún para seguir gastando tan mal como lo hace actualmente el Estado. Hay mucha grasa por reducir, ¿por qué no fusionar algunos ministerios?
5. Políticas procrecimiento, proempleo de calidad y formalización: Es muy urgente aumentar nuestro crecimiento potencial (actualmente apenas en torno del 3%) a través de políticas horizontales y sectoriales promotoras de inversión privada y empleos de calidad, así como implementar una política integral y comprehensiva de formalización. La tarea es inmensa y no hay soluciones mágicas. En el 2020 – 2022 pueden estar gestándose las políticas públicas de los próximos 10 o 20 años. Ojalá construyamos una etapa de prosperidad compartida y no un período largo de mediocridad, inestabilidad, empobrecimiento y mayor desigualdad.
Por Carlos Prieto Balbuena, gerente del Área de Estudios Económicos del BCP,
Artículo publicado originalmente en la edición impresa del diario Gestión del 18 de enero de 2021
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