“Hechos que siguen apareciendo, seguramente nos terminarán por revelar que esta gente tenía un muy ambicioso plan para ganar más y más poder (y mucho dinero) y que, ese cuento del pobre profesor y campesino chotano, era exactamente eso”, sostiene Luis Fernando Nunes en su nueva columna de opinión.
La palabra ladino tiene varios significados.
Acá vamos a utilizarla como adjetivo, que significa: sagaz, astuto, persona que engaña, bribón, canalla, charrán, galopín, golfante, granuja, pillo, pícaro, sinvergüenza, taimado, truhán y otros similares. Es la definición perfecta para Pedro Castillo y que complementa muy bien mis reflexiones de la semana pasada sobre la Pendejocracia.
Pero a este adjetivo, vamos a combinarlo con un neologismo creado por Josefina Barrón y que está en la página 54 de su libro “Malabares en Taco Aguja”, publicado en el 2009; me refiero a la “estupidemia”. La estupidemia es una epidemia de estupidez, que se extiende incontenible por regiones, países y continentes, lo cual es muy preocupante habida cuenta de que la estupidez, como decía Jean-Paul Sartre, es opresiva y es la mejor arma que tiene el “Sistema” para mantener sojuzgada a la gente y para que ésta no piense. Hasta el Maestro Marco Aurelio Denegri había escrito sobre este tema (noviembre 2016), cuando mantenía una columna semanal en El Comercio.
Pues yo tengo la impresión que Pedro Castillo, Betssy Chávez, Aníbal Torres, Lilia Paredes y otros personajes del elenco estable de esa organización criminal, a los que se han unido sus socios internacionales López Obrador, Petro, Nicolás Maduro y demás impresentables del Club del Socialismo del Siglo 21, nos quieren mecer con sus cuentos y explicaciones inverosímiles sobre lo que pasó el 7 de diciembre. Por ejemplo, la última de Betssy es que ese abrigo con el que aparece en el video que le ha dado mil millones de vueltas al mundo, no es un auténtico Burberry sino una copia adquirida en Gamarra o en un mercadillo de contrabando en Tacna, como si ese fuese el problema de fondo.
Pero como también comentamos anteriormente, una mentira dicha mil veces, termina penetrando en el fértil campo de la estupidez humana, tal cual los éxitos del ladino Goebbels o de su mala copia Guido Bellido. Nos quieren ver la cara, siguen negando los entretelones de lo que sucedió ese mediodía, pero resulta que las mentiras tienen patas cortas, cada vez más cortas.
Los interrogatorios a este personaje apodado “el Español”, lo que pueda decir el topo Congresista fujimorista Luis Cordero y otros hechos que siguen apareciendo, seguramente nos terminarán por revelar que esta gente tenía un muy ambicioso plan para ganar más y más poder (y mucho dinero) y que, ese cuento del pobre profesor y campesino chotano, era exactamente eso, “un cuentazo engaña muchachos” que les estalló en la cara porque no midieron las consecuencias de sus fechorías.
Entonces, no eran unos simples ladrones de gallinas o unos pájaros fruteros. Y nosotros no caeremos ni en el cuento del ladino ni en la estupidemia.
Por: Luis Fernando Nunes, analista político