“Veamos lo que funciona y lo que no funciona (…). Valoremos las propuestas y no los insultos y, sobre todo, respetemos a quienes no piensan igual”, afirmó el economista Carlos Parodi, en una columna de opinión publicada por Perú 21.
Las dos propuestas que pasaron a segunda vuelta tienen el mismo objetivo: elevar el bienestar de todos los habitantes del país, en especial de los grupos más vulnerables. En lo que discrepan es en la forma de lograrlo.
De acuerdo con el ideario de Perú Libre, que podemos revisar en Internet, la organización política se define como de izquierda socialista, inspirada en la teoría marxista. La clave sería una nueva Constitución Política en la que quedaría plasmada la economía popular de mercados (tomada del Ecuador de Rafael Correa y la Bolivia de Evo Morales), un Estado interventor, planificador, innovador, empresario y protector.
Por otro lado, Fuerza Popular plantea una economía social de mercado, diferente de la economía de privilegios, que se relaciona con una economía mercantilista y no con una economía social de mercado.
En una economía social de mercado son claves el mercado y el Estado. El primero genera la riqueza, el segundo la redistribuye con el objetivo de igualar oportunidades. Cualquier ciudadano sabe que lo último no existe. Quien ha fallado es el Estado. No ha sabido usar los recursos de la recaudación tributaria.
Por eso el resultado de la primera vuelta. Ambos representan más Estado pero interpretado de distinta forma. Mientras que Perú Libre nos busca acercar a Ecuador y Bolivia (son repetidos muchas veces en su ideario como ejemplos a seguir), ambos inspirados en Venezuela, Fuerza Popular busca implementar una verdadera economía social de mercado.
La clave está en comprender que si el Estado no funciona, el resultado será un fracaso. Por eso es que en Ecuador se rechazó a la opción de Correa en la última elección y en Bolivia se hizo lo mismo con Evo Morales. Esto no significa que Perú lo haya hecho bien. He repetido hasta el cansancio, desde hace años, que si el Estado no llega con servicios básicos de calidad para todos, tampoco sirve.
El Estado gasta mal. Vean cuánto dinero han tenido los gobiernos regionales y locales, en especial aquellos en los que se ubican los grandes proyectos mineros. ¿Por qué los gobiernos de esos departamentos no han invertido en el bienestar de sus habitantes si dinero tenían y tienen? Entre sus funciones están las de salud y educación, por ejemplo.
Los problemas están relacionados con los enormes niveles de corrupción, que no son un tema de derecha ni de izquierda y que son una constante en nuestra historia. Eso existe en los tres niveles de gobierno, no importa el color político del gobernante regional o local. Sin hacer una reforma institucional, en especial del Estado, ninguna de las dos propuestas funcionará.
Si ahora el Estado no es capaz de comprar vacunas ni oxígeno, ¿cómo sería capaz de manejar más empresas públicas? Diagnósticos politizados, no basados en evidencia empírica y solo sustentados en buenas intenciones son el camino al desastre. Ya lo hemos visto en muchos países, tanto de derecha como de izquierda.
Veamos lo que funciona y lo que no funciona, y usemos nuestra propia historia. Valoremos las propuestas y no los insultos y, sobre todo, respetemos a quienes no piensan igual. La economía no es un acto de fe ni magia y esto deben tenerlo claro ambos rivales de la segunda vuelta.
Por Carlos Parodi, economista
Columna de opinión publicada originalmente en la edición impresa del diario Perú 21, del domingo 18 de abril del 2021