Una de las cosas que me motivó a hacer una tesis tributaria fue la gran decepción nacional que generó el video Alberto Kouri – Vladimiro Montesinos, cuando se hizo público el jueves 14 de septiembre del año 2000.
Ese acontecimiento provocó una justificación más para que los ciudadanos decidieran no pagar sus impuestos al Estado peruano; todo se resumía en la siguiente frase: “Yo no pago porque se roban la plata”. Había gente en ese entonces que decía cosas como: “Voy a pagar para que mi dinero se lo lleve Montesinos, no”.
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¡Qué difícil es hablar de conciencia tributaria con falsos liderazgos! Siguiendo la historia reciente del Perú, en el periodo comprendido desde el 22 de noviembre de 2000 hasta el 28 de julio de 2001, con los liderazgos de Valentín Paniagua y Javier Pérez de Cuéllar, creció la confianza de poder controlar la corrupción.
Diecisiete años después hemos vuelto a comprobar que el Perú sigue muy enfermo y con instituciones sumamente débiles, no siendo la SUNAT la excepción. Me pregunto: ¿El sistema de sobornos del gigante de la construcción Odebrecht también alcanzó a los principales funcionarios y Jefes de la SUNAT?
Una muestra de lo grave de la situación para el país, es que la Contraloría General de la República determinó que las irregularidades en las ejecuciones de obras públicas a cargo de Odebrecht generaron un presunto perjuicio económico de US$ 283 millones al Estado entre 1998 y 2015.
Asimismo, el Consejo de Defensa Jurídica del Estado (CDJE) determinó que el Estado peruano perdió S/ 669’771,487.49 en arbitrajes con las empresas brasileñas envueltas en el caso Lava Jato, desde el año 2003 hasta mediados de 2017.
Estos dos últimos datos oficiales comprometen a los tres poderes del Estado y a los tres niveles de gobierno, que necesitaban de la acción u omisión de sus principales funcionarios públicos para consumar sus planes con total impunidad.
No cabe duda que para el éxito de los líderes de la corrupción era necesario tener un pueblo ignorante, egoísta e indiferente ante lo público. Por eso la tolerancia y promoción política al dicho “No importa que robe con tal que haga obras”. Resume lo tan alejado que estamos en cuanto a los valores que necesita el Perú para salvarse.
En estos nuevos tiempos requerimos instituciones que vivan sus principios, siendo indispensable que la SUNAT actué bajo un liderazgo que sea leal a sus principios institucionales. Fortalezcamos aún más la Oficina de Fortalecimiento Ético y Lucha contra la Corrupción.
La corrupción se puede controlar y, ¿porque no?, hasta prevenir o desalentar a través de políticas y sistemas que incentiven las buenas prácticas sociales.
Empecemos a analizar la historia política y económica del Perú desde el hogar, el colegio y el periodismo. Y estoy seguro que ¡Un gol más va a haber!
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