No es una juguería, tampoco un café y mucho menos un restaurante. ‘El Chalán’ es una marca de los piuranos. Si nadie puede irse de Lima sin haber probado el pisco sour, quien vaya a Piura y no tome una cremolada del Chalán, mejor que ni lo cuente. El Chalán, es una añoranza de ese refresco maravilloso que los piuranos tomamos todo el año para paliar el calor, porque en Piura nunca hace frío y nadie te pregunta en un restaurante ¿helada o sin helar?
Pero El Chalán es mucho más que eso, es el primer helado con sabor a fruta fresca que probaste en tu niñez, es ese sabor del mango ciruelo, que si no lo has experimentado no lo podrías describir y, como no, es esa cremolada de Cola con tamarindo que te hace volar a todos tus recuerdos con sonido a canto de grillo por las noches. Si en el Chalán aprendimos a tomar cremoladas y a comer helados de todos los sabores imaginables, también descubrimos el orgullo por lo nuestro, que (en este caso) es distinto al del seco de chavelo o al del majao de yuca.
Sonrío con innegable satisfacción, cuando escucho a más de uno en Lima asombrarse y deleitarse por los maravillosos jugos de frutas que venden en las más modernas franquicias. ”Es que no han ido al Chalán”, pienso…
Me han contado que El Chalán irrumpe en Lima, como para reencontrarse con la nostalgia de los piuranos y –espero—para enamorar nuevos corazones. Yo confieso mi absoluta fidelidad al Chalán de la avenida Grau, donde no solo vas a tomarte una cremolada, vas a reencontrarte con todos tus recuerdos.
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Foto: Gisella Carrasco